Patrimonio y tecnología pueden parecer términos, a priori, antagónicos. Dos sectores entre los que puede resultar inconcebible que pueda construirse algún tipo de sinergia. Pero una vez más, los nuevos avances han sido capaces de anteponerse a cualquier ficción cinematográfica y, prueba de ello, es el matrimonio de futuro contraído entre estos dos conceptos con el sistema MHS (Monitoring Heritage System) desarrollado por la Fundación Santa María la Real para la conservación preventiva del Patrimonio.

 

Un reportaje de Víctor Amor para Agencia ICAL / Fotografías: Manuel Brágimo

 

Un amor que se aviva diariamente en la sede central de la entidad, en Aguilar de Campoo (Palencia), donde un equipo de ingenieros, historiadores, restauradores y arquitectos trabajan en el desarrollo de este proyecto pionero que aplica la tecnología de forma individualizada en los edificios patrimoniales para facilitar su conservación y que nació hace más de una década.

Es en esta localidad norteña, donde el equipo de trabajo multidisciplinar de la entidad comienza a desarrollar soluciones tecnológicas que den respuesta al problema planteado por los edificios. “Cada uno tiene un peculiaridad que lo define y tenemos que adaptarnos a las necesidades que puedan tener porque nos encontramos con problemas diferentes”, explican.

Esa problemática diversa, ha llevado a este equipo de trabajo a generar sistemas tecnológicos propios que se adapten exclusivamente al patrimonio y, en concreto, a cada uno de los bienes sobre los que actúan de forma personalizada. Un equipo que optó por la opción de elaborar sus propias soluciones técnicas porque “la tecnología no se aptaba al patrimonio”, apuntan.

Los ingenieros de la entidad son los que diseñan y elaboran, de forma casi artesanal, las tabletas de microchips de los sistemas y sensores que, posteriormente se fabricarán de forma externalizada y que servirán para medir los diversos factores que puedan poner en peligro la preservación de los edificios históricos.

Estos detectores diseñados por los ingenieros de la FSMR se instalan en sitios estratégicos, para medir distintos factores como la humedad, la temperatura o la presencia de xilófagos, entre otros y en los que “es importante que tengan un impacto visual nulo o que se vean lo menos posible”.

Serán estas células sensibles las que trasladen la información obtenida hasta un transmisor que dirige la información hasta unos ordenadores centrales controlados por la fundación.

 

 

De la intuición al conocimiento real

Sus desarrolladores destacan que lo “fundamental” de este procedimiento es extraer unos datos objetivos que permitan un conocimiento real y no basado en las intuiciones. Es por ello, que cuando nació este proyecto apostaron la aplicación de la ciencia porque “una gestión adecuado debe de basarse en el conocimiento real y no en creencias”.

Unos resultados que permiten enviar alarmas a los gestores de los edificios, en el caso de ser necesario, y que son volcados en unos informes que la aplicación desarrollada por los expertos del MHS elabora de forma automática. Además, sirven al equipo para elaborar informes periódicos que se abordan con los responsables de los bienes.

A este respecto, el equipo de MHS, comenta, que uno de sus nuevos retos es lograr que el sistema evolucione de acuerdo a los avances que se realizan en materia de inteligencia artificial y que sea capaz de “dar una respuesta inmediata” a los problemas que surgen en la vida cotidiana de cada uno de estos edificios.

Por ejemplo, en San Martín de Castañeda (Zamora), en el marco del Plan Románico Atlántico, este equipo de trabajo ha instalado un sistema que permite que realizar una ventilación automática sobre el templo cuando los sensores así lo detectan, lo que facilita la conservación y el mantenimiento del templo.

 

 

En comunión con la idea de Smart Cities

El sistema de conservación del patrimonio MHS, diseñado por la Fundación y comercializado en colaboración con Telefónica, va en la línea, según explican sus desarrolladores, del planteamiento de gestión Smart Cities que están abordando en varias ciudades. “La gestión de las ciudades no debe olvidarse del patrimonio”, consideran, “de hecho, en España hay 15 ciudades Patrimonio de la Humanidad y cada vez son más conscientes de la importancia de aplicar las nuevas tecnologías y este tipo de sistemas en la gestión del patrimonio”. Unas herramientas que, comentan, “cada vez son más demandas” porque, en muchas ocasiones, explican, se reclama una intervención que plantee una solución “eficiente” a los problemas no solo de conservación, sino también a otros derivados del turismo, debido a la gran afluencia de visitantes.

En este sentido, desde la Fundación destacan, por ejemplo, el caso de la ciudad de Ávila, donde en colaboración con otras entidades y empresas de España, Francia y Portugal, se está llevando a cabo el proyecto SHCity, destinado a generar una solución tecnológica que permita mejorar la gestión, conservación y dinamización turística de cascos históricos en Europa.

 

IMÁGENES: Diferentes momentos del proceso de montaje de los «prototipos» y parte del equipo que desarrolla el Sistema de Monitorización del Patrimonio (MHS). Agencia ICAL_Manuel Brágimo