En estos tiempos de movimientos y desplazamientos humanos en busca de oportunidades económicas, de un futuro mejor o para huir de distintos conflictos, nos resultan muy presentes otros fenómenos originados en un pasado más remoto que impulsaron a miles de personas a recorrer un largo camino a través de Europa y de la península Ibérica tras una ilusión espiritual, hasta generar el hecho cultural y religioso que hoy, doce siglos después, se sigue transitando y que conocemos como El Camino de Santiago.
El recorrido hacia las reliquias del santo Iacobus, que habían terminado milagrosamente en un rincón lejano del aún más lejano confín de la tierra, se convirtió en un precioso cauce para el intercambio de lenguas, leyendas, mercancías, formas artísticas, vivencias y experiencias individuales, que marcaron sin duda las características de la Europa medieval; un trasunto de peregrinos movidos por una fe inmensa, de frailes y buenos cristianos, y también de pícaros oportunistas, visionarios, vagabundos desterrados, espías, herejes, buhoneros, desposeídos y buscavidas, que hallaron en este trayecto y en las estaciones que ofrecía –hospitales y monasterios- el refugio y la ocasión de sacar algún beneficio material a la arriesgada aventura de echarse a los caminos.
Y de Roncesvalles a Santiago, como vía principal que atraviesa durante más de mil kilómetros el norte español, el llamado Camino Francés, junto a otras rutas interiores adheridas, nació la experiencia de peregrinación más antigua de Europa y una de las tres travesías espirituales de la cristiandad (junto a las que llevan a Jerusalén y Roma), en la que se ha ido consolidando un fabuloso entramado de manifestaciones de fe, arte y cultura, y a las que se suman en la actualidad otras experiencias vitales de aventura, ocio, diversión y turismo, dejando abierta la puerta, hoy también como lo hizo siempre, a las oportunidades de desarrollo para aquellos territorios que atraviesa.
El Camino de Santiago es uno de los ejemplos más relevantes del patrimonio cultural en Europa, y en gran medida recorre áreas rurales del viejo continente. Más allá del reconocimiento nacional e internacional de las vías francesas y de su recorrido tradicional en España (fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO entre 1993 y 1998, con ampliaciones en 1995 de la ruta española) como un verdadero itinerario místico y cultural, lo cierto es que en la actualidad sigue representando un espacio vivo y un crisol donde confluyen numerosas iniciativas sociales, deportivas, gastronómicas, asociativas, ambientales, hosteleras, patrimoniales, de intercambio de información… que están contribuyendo a la revitalización de gentes y territorios, demostrando el potencial que alcanzan los recursos culturales, materiales e inmateriales, en su más amplio sentido, para el crecimiento sostenible y como solución innovadora ante los desafíos de la actualidad.
¿Por qué un proyecto con El Camino como modelo?
No cabe duda que muchos de los territorios rurales europeos mantienen un patrimonio cultural y natural sobresaliente; tras décadas de concienciación e inversiones públicas en la preservación y recuperación directa de estos bienes, es tiempo ahora de su promoción y conversión en catalizadores económicos, competitivos y capaces de generar un crecimiento inclusivo y sostenible. Mientras los espacios rurales e “intermedios” sostienen a casi el 60% de la población europea y generan prácticamente la mitad del valor añadido bruto creado (valor económico y monetario de los bienes y servicios producidos), deben enfrentarse sin embargo a males ya endémicos, como la despoblación, el desempleo, pérdida de la diversidad cultural y ambiental, abandono, etc.
Es aquí donde el potencial del patrimonio cultural debe intervenir para demostrar que puede convertirse en un agente de crecimiento y dirigir una transformación que haga de los territorios rurales en mayor medida polos de excelencia y atracción, tal y como lo vienen siendo los espacios urbanos, mediante una orientación innovadora del uso y la gestión de las distintas manifestaciones del patrimonio cultural.
Existen ya numerosos ejemplos de buenas prácticas que pueden ser presentados como modelos e iniciativas que ejemplifican estos planteamientos. Y El Camino de Santiago bien puede ser una de ellas, con sus cientos de miles de peregrinos de diversa condición que lo recorren cada año y toda una red de infraestructuras, instalaciones, servicios y negocios nacidos por y para esta actividad, además de sus innegables valores culturales y espirituales.
De todo ello, respecto a su tramo a través de Castilla y León, la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico realizará una evaluación multidisciplinar y un análisis sistemático en su aportación al proyecto europeo RURITAGE, donde El Camino de Santiago constituirá un modelo y una referencia para el desarrollo de otras iniciativas internacionales.
¿Qué es RURITAGE?
RURITAGE (Heritage for Rural Regeneration) es un proyecto financiado por la Unión Europea perteneciente al Programa Horizon 2020 y de cuatro años de duración (2018-2022). Supone un acercamiento a las posibilidades que el patrimonio ofrece para la regeneración rural, mediante la transformación de las áreas rurales en laboratorios de un desarrollo sostenible construido sobre la revalorización y el potencial de su patrimonio cultural y natural más singular. En definitiva, persigue un nuevo paradigma, en el que la cultura sea la conductora hacia el crecimiento, el desarrollo, la sostenibilidad ambiental y la inclusión social en dichas áreas.
El proyecto reúne a 39 socios procedentes de 19 países, europeos e iberoamericanos, de muy distinta naturaleza; universidades, fundaciones, agencias de investigación, museos, federaciones, clúster e instituciones municipales, entre otras entidades, todas ellas trabajando en el marco del proyecto en torno a la identificación de 6 “areas de innovación” y 11 “temas transversales” que representan las vías concretas por las que el patrimonio natural y cultural se convierte en el motor del desarrollo económico, social y natural. De la potenciación de la intersección de todas ellas se construirá el modelo europeo de desarrollo rural impulsado por el patrimonio.
El proyecto entiende que las áreas innovadoras en este sentido son las representadas por las rutas de peregrinaje, la producción local y sostenible de alimentos, las migraciones, las manifestaciones artísticas y festivales, la capacidad de resiliencia de las comunidades y la gestión integradora del paisaje. Todas ellas serán estudiadas mediante un exahustivo análisis y documentación, considerando los modelos de gestión o inversión que reciben, los aspectos legales que les afectan, el modo en que incorporan las novedades tecnológicas o sociales, las prácticas medioambientales, las estrategias turísticas y el marketing, las actuaciones de conservación patrimonial en bienes materiales e inmateriales y la accesibilidad de las áreas…. entre otros aspectos.
RURITAGE realizará no solo una gran investigación y análisis comprensivo, construyendo un gran depósito de conocimientos sobre el fondo cultural y patrimonial rural europeo, sino que principalmente pretende generar patrones que sean transferidos y replicables. En este sentido, el proyecto ha definido 13 modelos que definen las 6 prácticas innovadoras antes comentadas: El Camino de Santiago en España, la Ruta rumana de María-UT, la producción de café en los terrenos de Colombia, la hospitalidad con los migrantes en la provincia Italiana de Asti, la integración de la población migrante y la naturaleza en la isla griega de Lesbos, el arte contemporáneo en la Alta Provenza, la villa medieval de Visegrad en Hungría, la experiencia de la resiliencia en Creta, el patrimonio inmaterial y los condicionantes naturales de Islandia, los paisajes noruegos en torno a Austratt, el paisaje cultural del Duero y el patrimonio mundial de Chiloé.
Estas 13 experiencias y ejemplos, servirán para mostrar sus prácticas de éxito y se convertirán en los paradigmas de la regeneración rural en 6 “replicadores”, iniciativas que ya existen pero que se beneficiarán del aprendizaje, intercambio de experiencias y demostraciones conjuntas que RURITAGE incluye en su programa. La ruta de peregrinaje y centro patrimonial de Hemmaberg (Austria), las producciones de alimentos tradicionales en Rogaland (Noruega), los recursos históricos y geológicos de Geo-N en Alemania, el “Festival of Love” de Slovenia, la recuperación social y de los espacios tradicionales en las Marcas Italianas y la gestión integrada del Geo-parque de Madra en Turquía, serán los receptores de estas buenas prácticas.
Este complejo proyecto, al que el programa europeo destina más de nueve millones de Euros para el próximo cuatrienio, se acompaña de un amplio plan de difusión y comunicación, y persigue que sus resultados sean accesibles y puedan explotarse a gran escala, involucrando así mismo a todos los destinatarios, tanto públicos como privados, en la responsabilidad de la gestión colectiva y sostenimiento del patrimonio cultural y natural de los territorios de Europa.
Un artículo de Zoa Escudero Navarro, técnico área de Conservación del Patrimonio en Fundación Santa María la Real
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