Hace unos años pusimos en marcha, dentro del proyecto Ruritage, el HUB del Camino de Santiago, que trabaja para definir acciones que contribuyan a una mayor cohesión dentro del Camino y a una mejor experiencia tanto de los habitantes como de los peregrinos.
Siguiendo esta filosofía, uno de los grupos de trabajo ha creado una Carta de Valores del Camino, que intenta resumir en un documento de consenso aquellas ideas que hacen al Camino de Santiago diferente de otras rutas y que merecen ser conservadas y potenciadas.
El Camino de Santiago es un fenómeno complejo de definir y caracterizar: un auténtico crisol de visiones, interpretaciones y voluntades; el resultado de la fusión de numerosos conceptos que han ido variando y superponiédose a lo largo de los siglos; testigo histórico y hasta objeto de algunas controversias. Su supervivencia ha dependido, desde los tiempos medievales, de las transformaciones y aportaciones que se han ido produciendo en las formas y circunstancias de acercamiento e interés de los distintos colectivos sociales involucrados: gestores de los recursos culturales o patrimoniales, empresarios, turistas y aventureros, peregrinos tradicionales, gestores de seguridad en todos sus aspectos y legislación, estudiosos y divulgadores, y, principalmente, aquellos que viven a lo largo del recorrido…
La voluntad de mantener y conservar el sentido transmitido y hereditario de la ruta jacobea, de no violentar sus rasgos más singulares, diferenciadores e irrepetibles, es lo que le atribuye un significado diferente a tantas otras opciones culturales o de ocio actualmente disponibles. El Camino se nutre de un número incontable de “principios inspiradores” alineados con los códigos propios de la contemporaneidad, pero que responden a su vez –al menos formalmente- a las mejores virtudes humanas, universales y permanentes.
Aceptando que el Camino de Santiago es un fenómeno singular, único, que sigue siendo relevante precisamente por sus valores y las prácticas distintivas que de estos se derivan hemos intentado hacer un inventario de aquellos valores del Camino que lo identifican, con los que mostrar compromiso y que debe fomentarse y protegerse para conservar su identidad.
Esta propuesta de Carta de Valores del Camino de Santiago nace de la reflexión y voluntad de distintos agentes de de formalizar una serie de principios-guía para entender, hoy, lo que el Camino es y lo que no es, que sean perdurables en el tiempo, genuinos, comprensivos y transversales, que seguirán siendo distintivos de este bien único, en la medida en la que también puedan convivir con el presente. Trata de identificar unos denominadores comunes, asumidos individual y colectivamente, como señas de identidad del Camino a mantener y desarrollar. Debe servir de base y fundamento para el impulso planes o acciones de mejora y consolidación de los valores reconocidos como esenciales. Pretende promover la adhesión de entidades y ciudadanos comprometidos a mantener, potenciar y promover actitudes y comportamientos acordes al espíritu y contenido de esta Carta.
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