Hoy ha comenzado el curso online Atacar y defender. La guerra en la España medieval, que nuestra Fundación organiza hasta el próximo jueves, 25 de marzo, con el objetivo de ofrecer “una imagen más veraz de los conflictos armados de la época y sus consecuencias”.
Así lo asegura su director, el historiador Pedro Luis Huerta, que ha explicado que su intención, a la hora de preparar el curso, ha sido ofrecer una imagen académica y multidisciplinar sobre la guerra en la Edad Media “que huyese de la visión que nos han transmitido tradicionalmente el cine y la televisión”.
En esta nueva visión de la guerra medieval juega un papel esencial la Península ibérica, escenario durante casi ocho siglos de un largo conflicto, la Reconquista, que involucró a los reinos cristianos y los musulmanes de Al-Andalus y que, debido a su prolongación en el tiempo, dio lugar a una sociedad familiarizada con la guerra y adaptada para hacer frente a la presión militar.
La importancia que en la Edad Media hispana tuvo esta actividad bélica quedó plasmada no solo en la documentación de la época y en las crónicas históricas, sino también en los restos materiales que han llegado hasta nuestros días, bien sea a través de la arqueología, la literatura o las artes plásticas.
Para comprender mejor la verdadera dimensión de este fenómeno bélico, el curso cuenta con seis especialistas que van a analizar temas tan apasionantes como la guerra de Reconquista, las armas de la época, las fortificaciones medievales o la iconografía bélica en la pintura y la escultura del románico.
‘Combatiendo ferozmente’
El curso ha comenzado esta mañana con las dos primeras ponencias online, impartidas por Francisco García Fitz y Margarita Torres Sevilla, profesores de las universidades de Extremadura y León, respectivamente.
García Fitz ofreció una ponencia titulada Atrociter dimicando (“combatiendo ferozmente”). Los rasgos de la guerra de conquista en el medievo ibérico en la que explicó los retos que se les plantearon a los reinos cristianos del norte peninsular para alcanzar el objetivo político de acabar con los distintos estados islámicos.
Además, también presentó “la panoplia de recursos estratégicos” que los cristianos pusieron en marcha, tanto los estrictamente militares -cabalgadas, saqueos, cercos o batallas campales-; como los políticos y económicos, en los que se refirió al aprovechamiento de las disidencias internas, las alianzas o la exigencia de parias, entre otros.
¿Héroes o villanos?
Torres Sevilla habló sobre la fina línea que separa a héroes y traidores a lo largo de la historia y que se hace “especialmente difusa” cuando solo contamos con la versión de los hechos del vencedor. “Nuestra historia como país está salpicada de personajes a los que se ha aupado a los altares de la gloria, a pesar las oscuras escaleras subidas hasta llegar allí, y también de otros a los que, una fallida guerra, un mal cronista, o el silencio documental oportuno ha condenado con la losa de la traición”.
La profesora ha hecho un repaso por la historia de algunos personajes como el polémico conde Don Julián, el rey Rodrigo, los hijos del rey Witiza o el conde de Saldaña, que se alió con el mismísimo Almanzor. Todo para acabar preguntándose si solo el vencedor decide quién pasa a la historia con el nombre de héroe o de villano. Una interesante reflexión.
Armas y fortificaciones
El curso continuará mañana con otras dos conferencias: las del conservador de la Real Armería de Madrid, Álvaro Soler del Campo; y la del doctor en arquitectura Fernando Cobos Guerra.
El primero realizará un exhaustivo repaso por el equipamiento militar de cristianos y musulmanes entre los siglos VIII y XIII. En su ponencia se valdrá de fuentes iconográficas y literarias -los beatos mozárabes, la eboraria andalusí o la pintura y la escultura románica y gótica- para complementar los restos arqueológicos que han llegado hasta nuestros días. De estos últimos, destaca los importantes hallazgos omeyas de Lietor, en Albacete; y los relacionados con la batalla de Alarcos, en Ciudad Real.
El arquitecto Fernando Cobos abordará las tipologías, tecnologías y sistemas de la fortificación medieval española y que, a su parecer, hay que estudiar dentro de su coyuntura histórica. “No tiene sentido estudiar una fortaleza como si estuviera sola, pues tiene sentido en relación al sistema defensivo para el que fue creada”, explica Cobos, al tiempo que asegura que “rara es la fortaleza que no tenga partes de fortificaciones que se construyeron para sistemas diversos en épocas distintas”.
La sacralización de la guerra
El último día, Inés Monteira Arias, investigadora de la UNED, analizará las Escenas de combate en la iconografía románica, que nos hablan de una sociedad militarizada en la que la guerra jugó un papel importante. También explicará como los caballeros llegaron a adquirir un enorme prestigio social y un carácter “casi mítico” propagado por los cantares de gesta en los siglos del románico.
“La presencia de soldados en la decoración de la iglesia está íntimamente relacionada con la sacralización de la guerra -la mayoría de las veces emprendida contra el Islam-, ya que sólo las campañas promovidas por la Iglesia eran dignas de aparecer en el programa iconográfico del templo”, explica la investigadora. También hará un repaso por la variedad de tipos iconográficos de la época y “la multitud de información y elementos de estudio que estas imágenes ofrecen sobre atuendo guerrero, armamento y distintos detalles cruentos que nos acercan a la mentalidad de una sociedad”.
Pintando escenas bélicas
La encargada de cerrar el curso será Marta Serrano Coll, de la Universidad Rovira i Virgili, de Tarragona, con una exposición titulada La guerra medieval en imágenes. Una visión a través de la pintura mural. Al igual que su compañera de la UNED, Serrano explica que las múltiples escenas bélicas que aparecen en las iglesias medievales son fruto de una época y de una sociedad en la que los poderes feudales tomaban conciencia de sus propios intereses “y de la necesidad de justificarlos moral e históricamente”.
Entre los conjuntos parietales que comentará, se encuentran “las tan desconocidas y todavía problemáticas” pinturas del Real monasterio de Sigena, las de la capilla de San Pedro del monasterio de Santa María de Valbuena o las del Castillo calatravo de Alcañiz. También abordará las pinturas de las iglesias alavesas de Alaiza y Añua; y conjuntos como el de la llamada Torre de Hércules de Segovia.
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