Una veintena de personas de Tercera Actividad León, nuestro centro de atención a personas mayores y/o dependientes de Valdelafuente, han podido reencontrarse con familiares, amigos y recuerdos de infancia, gracias a la iniciativa “Nuestros Mayores Viajeros”, que les ha acercado esta semana a varias localidades de la Ribera del Esla.

Amador lleva tres años residiendo en Tercera Actividad León, su casa desde 2019, y esta semana ha podido reencontrarse con su lugar de infancia, el hogar en el que vivió durante años con sus padres, Teodoro y Margarita, en la localidad de Valdelafuente. Ha sido posible gracias a la iniciativa “Nuestros Mayores Viajeros”, que le ha llevado a él y a otros 13 compañeros de Tercera Actividad a recorrer la Ribera del Esla. “Nos parecía interesante que, aunque fuese por unas horas pudiesen regresar a sus lugares de origen”, explica Marta Prieto, directora de Tercera Actividad, quien asegura que la “experiencia no puede haber sido más positiva”.

Son muchos los recuerdos que afloran y que Amador comparte con sus compañeros de viaje junto a la iglesia del pueblo: de su casa, del trabajo en el campo o de los muchos familiares que ya solo están en su corazón y en su memoria. Aún así, la experiencia es gratificante, a sus 81, recuerda con claridad cada detalle y, como la mente es selectiva, prefiere acordarse de lo bueno, de las risas y los juegos.

 

 

Aldea del Puente: encuentro con la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer (AFADEVA)

La siguiente parada, llevó a “nuestros mayores viajeros” hasta Aldea del Puente, donde tuvieron la oportunidad de compartir experiencias e intercambiar regalos con algunos integrantes de la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer, quienes les esperaban a la puerta de la Asociación. “Fue muy gratificante poder charlar con ellos”, comenta Marta Prieto, “nos recibieron con los brazos abiertos y pasamos un rato muy entretenido conociendo su trabajo, su sede y el pueblo donde actúan”.

 

 

Reencuentros en Gradefes

Aunque, sin duda, los momentos más emotivos, se vivieron en Gradefes, localidad con la que muchos de los participantes guardan una vinculación especial. De hecho, les habían preparado un comité de bienvenida, integrado por familiares, amigos y vecinos de muchos de ellos. Así, por ejemplo, a sus 90 años, Elia pudo reencontrarse con amigas y vecinas como Araceli o María, quienes la recordaban mucho de la etapa en la que estuvo viviendo allí con su marido, Manuel, que fue durante años el guarda forestal.

Algo similar les ocurrió a Soles y Gonio, naturales de Garfín de Rueda, muy cerca de Gradefes, que pudieron saludar a algunos familiares como Aurora o Purina. También hubo tiempo para recordar antiguos juegos, como la Rayuela, hoy pintada con colores muy vivos sobre el asfalto, “antes hacíamos el dibujo con tiza, con un trozo de carbón o con lo que hubiese”, recuerda Soles, “pero la mecánica es la misma, coges una piedra y vas saltando a la pata coja de una casilla a la siguiente sin pisarla y sin caerte”, le cuenta a Lidia, responsable de servicios generales de Tercera Actividad.

 

 

Visita al monasterio de Santa María la Real y al cuartel

Además de los reencuentros, en Gradefes hubo oportunidad de hacer un poco de turismo, para recorrer el monasterio de Santa María la Real, joya monumental de la localidad, cuyo origen se remonta al siglo XII y que desde entonces ha estado habitado por hermanas de la orden del Císter. Tras el recorrido por la abadía, comida junto a la Ribera del Esla, en la que contaron con el apoyo de la Asociación Cultural El Caño de Gradefes, que no solo les ayudó a preparar el avituallamiento, sino que amenizó la sesión con música, “nos abrieron incluso el bar que hay junto al río”, apunta la directora de Tercera Actividad, quien agradece a todos los voluntarios, familiares, amigos y vecinos su colaboración. No faltó la visita al centro de día, antes de regresar a Tercera Actividad, ya por la tarde.

Eso sí, no todos, a Leonardo, uno de los participantes, le esperaba aún una grata sorpresa y es que pudo acercarse al cuartel de la Guardia Civil, donde trabajó durante años. Allí pudo charlar un buen rato con el cabo al mando, Manolo, con el qué, cómo no, recordó viejos tiempos y los muchos cambios que ha experimentado el edificio desde su época hasta hoy. Tanto para él como para el resto de sus compañeros, ésta será una experiencia más y, sin duda, inolvidable.