Los actos conmemorativos con motivo del quinto centenario de Santa Teresa de Jesús que se celebra este año en la ciudad de Ávila, son un buen momento para visitar este singular enclave, declarado ciudad Patrimonio de la Humanidaden 1985 por la UNESCO.
Son, sin duda, sus murallas lo que le ha dado notoriedad universal. Edificadas hacia mediados del siglo XII en el contexto de la protección de las extremaduras de Castilla, representan en sí el más claro ejemplo arquitectónico de una época de frontera donde las ciudades no sólo debían guarecerse de la continua amenaza musulmana, sino también engrandecer el orgullo de sus moradores. El recinto amurallado se conformó en distintas etapas, su sangre romana sirvió de mortero para la creación de su armazón, que incluso en intervenciones arqueológicas recientes sigue sorprendiendo y ahí están los verracos vetones para atestiguarlo. Su vida ha sido un fiel reflejo de los avatares históricos de la ciudad y como tal ha sido tratada e intervenida en prácticamente todas las etapas, en algunos momentos pareció constreñida por diversas edificaciones hasta liberarse por completo y ofrecer una de las miradas más amables de nuestro pasado.
Las tres fotografías que presentamos aquí, corresponden a distintos momentos de la vida del monumento. La realizada en 1860 por el galés Charles Clifford es quizá la más antigua de la ciudad de Ávila, y es fruto de la fiebre imperante a mediados del siglo XIX entre diversos fotógrafos europeos por recoger escenarios exóticos entre los que se incluye España. Clifford, que llegó a ser nombrado por Isabel II fotógrafo real, es junto con Laurent el más fiel representante de esta corriente en nuestro país.
La imagen tomada por el fotógrafo Vicente Zubillaga a mediados de la década de los 30 del siglo pasado, cuando ya había desparecido la antigua alhóndiga que abrazaba la torre del homenaje fruto de la restauración de Repullés unos años antes. Aún conserva no obstante las casas adosadas a su izquierda en la calle San Segundo de las que no se vería liberado hasta cincuenta años más tarde, como podemos observar en la instantánea actual tomada por el periodista Jesús Barros.
El archivo del fotógrafo Vicente Zubillaga fue adquirido por la editorial Espasa en 1934, y su principal utilidad fue ilustrar una colección que se denominó “Historia y Arte de España”, bajo este nombre se creó un amplio abanico de imágenes que sirvieron como material didáctico para los entonces llamados Instituto de Segunda Enseñanza de todo el país. Eran los tiempos de la proyección de placas linterna con el epidiascopio, que sirvieron para poner cara a los contenidos eminentemente teóricos de las asignaturas de arte e historia, en un momento donde los viajes se antojaban complicados.
Un artículo de Maxi Barrios Felipe para la Revista Patrimonio
IMÁGENES: Fotografías tomadas por Vicente Zubillaga, Jesús Barros y Charles Clifford.
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