Nuestras compañeras, Paula Conte y Lucía Delenikas, del área de Cultura y Patrimonio, han podido participar en el encuentro anual de la Chartreuse de Neuville, en Francia, centrado en el análisis de «Lugares patrimoniales, buques insignia en sus territorios».  

 

¿Pueden los sitios patrimoniales convertirse en motores territoriales, vectores de vínculos sociales e innovación para la sociedad? Es la pregunta sobre la que gira el debate planteado en este encuentro, en el que se dan cita técnicos y profesionales de distintos puntos de Europa, entre ellos, Hilde Schwab, la fundadora del World Economic Forum, quien conoció de primera mano cada uno de los proyectos presentados. 

“El papel impulsor de estos lugares recuerda al que desempeñaron los monasterios y abadías en la Edad Media. En la época medieval, encarnaban los «corazones palpitantes» de la sociedad y para sus territorios «polos de estabilidad y organizaciones económicas innovadoras», señala André Larané, periodista e historiador y fuente de inspiración para los organizadores del evento. 

Hoy en día, “la escasez de recursos públicos y de cambios en el mercado turístico, hacen que ni el sector público ni el privado puedan apoyar por sí solos la recuperación del patrimonio”, explican los responsables del congreso.  Por ello, en estas sesiones, han querido dar visibilidad a entidades, empresas y organizaciones que, desde distintos hábitos y modelos, están contribuyendo a la rehabilitación y conservación de espacios históricos. 

 

 

Algo, en lo que la Fundación tiene sobrada experiencia, dado que nuestra historia arranca con la rehabilitación del monasterio de Santa María la Real en Aguilar de Campoo. Convertido hoy, casi medio siglo después, en un auténtico motor de dinamización para toda la comarca. 

Los asistentes al congreso pudieron escuchar el relato de nuestras compañeras y entender cómo la aventura comenzó en 1977, cuando un grupo de amigos, de soñadores, encabezados por el arquitecto y dibujante José María Pérez Peridis, puso en marcha en la localidad palentina de Aguilar de Campoo la Asociación de Amigos del Monasterio para rehabilitar, para dar vida a lo que, por entonces, se conocía en la villa como “el convento caído”, el monasterio premostratense de Santa María la Real. 

  Con esfuerzo, con ganas, con imaginación y con mucho tesón lograron implicar en su empeño a todo el pueblo y transformaron la utopía en realidad: convirtieron el viejo edificio en foco de dinamización cultural y en referente para toda una comarca. Lo lograron, además, dando formación y empleo a miles de jóvenes, mediante la puesta en marcha de uno de los primeros programas de Escuelas Taller de España. 

  Hoy, casi cinco décadas después, el monasterio sigue siendo ejemplo de que, como dijo Miguel de Unamuno, «hasta una ruina puede ser una esperanza”