No se han podido abrazar, ni tocarse, ni tan siquiera rozarse, pero no ha importado; han podido verse, sentirse cerca, charlar y emocionarse.
Tras casi 100 días de aislamiento, esta semana se retoman las visitas en Tercera Actividad, nuestro centro de atención a personas mayores de Aguilar de Campoo (Palencia). Eso sí, controladas, para garantizar la seguridad y evitar riesgos. Si la situación lo permite, el siguiente paso será la reapertura del centro de día.
Elisea de 83 años ha sido la primera en recibir la visita de su hijo Terín, quien cruzaba las puertas de Tercera Actividad, el lunes, a las 10.45 de la mañana. ¡Cuánto han cambiado sus vidas y el centro en estos tres meses de aislamiento! Su historia y la del resto de familias que han podido reencontrarse es el reflejo de la transformación social que ha impuesto el coronavirus y del paulatino regreso a esa tan ansiada “nueva normalidad”.
Terín, como Guillermina, que ha podido visitar a su madre Celsa o Fernando que ha visto a la suya, Alejandra, son algunos de los familiares que han accedido ya al centro. Eso sí, no por la puerta habitual, sino por otra, desde el jardín. A la entrada les espera una de las trabajadoras, pertrechada con mascarilla y guantes.
Antes de acceder a la sala acondicionada para las visitas, les toman la temperatura, les piden que se apliquen un producto desinfectante y que cumplimenten un registro nominal. A ninguno le parece mal. Todo lo contrario. Cualquier precaución es poca para mantener a salvo a sus seres queridos. “Tenemos que cumplir rigurosamente los protocolos sanitarios para evitar riesgos”, explica Alejandro Serrano, director del centro, quien como el resto del personal, vive con emoción y nervios estos primeros “reencuentros”. “Es una sensación extraña”, explica, “por un lado la alegría y la emoción compartida, por otro, la preocupación para cumplir con los protocolos, normas y distancias de seguridad”.
Mascarillas que no ocultan sonrisas
Una vez dentro, la mampara que separa a familiares de residentes, no es suficiente para contener la emoción, las miradas reflejan las sonrisas que ocultan las mascarillas y las lágrimas, en este caso, son de pura y verdadera felicidad.
“Estoy muy contenta de ver a mi hija”, relata Celsa emocionada, “me ha contado muchas cosas de la familia”. Aunque a lo largo de estos meses han podido llamarse por teléfono, escribirse e incluso realizar alguna vídeo llamada, el contacto directo, verse en persona, les permite “hablar más”, con más calma, incluso han podido intercambiar algunos regalos, “le he dado todos los dibujos que les he ido haciendo estos meses”, cuenta orgullosa. Dibujos, como sus palabras, llenos de cariño y afecto que su hija ha podido recibir de forma directa.
“Tenía muchas ganas de verla”, explica Fernando, hijo de Alejandra, quien asegura que ha visto a su madre “muy guapa” y que sus hermanos también están deseando poder visitarla. De momento las visitas están limitadas a cuatro personas por la mañana y cuatro por la tarde, “si todo sigue bien y la situación se mantiene controlada, sin ningún caso y sin riesgos, quizá, se pueda ir ampliando”, comenta el director el centro, quien espera que pronto, “vuelva a hacer buen tiempo para poder recibir a los familiares en el jardín o en el huerto”, sin mamparas, pero cumpliendo con las normativas y distancias de seguridad.
El siguiente paso, avanza, Alejandro, será la reapertura del centro de día, prevista para las próximas semanas, siempre y cuando, recalca, “la situación se mantenga estable y podamos cumplir con todos los protocolos y normas de seguridad”.
IMÁGENES: Diferentes momentos de las visitas a Tercera Actividad Aguilar. Autora: Nuria Estalayo
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