El trabajo y la trayectoria de la Fundación Santa María la Real para generar desarrollo a través del patrimonio, se muestra hoy en sendas jornadas en Madrid y Comillas.

 

Jaime Nuño, director del Centro de Estudios del Románico de la entidad ha sido el encargado de exponer en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales de Madrid, la experiencia de la Fundación en la puesta en marcha de iniciativas y actividades que contribuyen a generar desarrollo en los territorios, a partir del patrimonio.

Explicaba Nuño a los asistentes a la ponencia que el origen de la Fundación se remonta al año 1977, a la Asociación de Amigos del Monasterio, que hizo suya la máxima de Miguel de Unamuno, “hasta una ruina puede ser una esperanza”, para transformar el viejo monasterio premostratense de Aguilar de Campoo en un hervidero de actividad y en epicentro cultural para toda la comarca.

No solo rescataron el cenobio de la ruina, sino que además generaron empleo y levantaron los cimientos de una entidad que a lo largo de este tiempo ha apostado por el estudio, restauración, conservación y difusión del patrimonio como dinamizador social y fuente de desarrollo. “Hoy por hoy, la institución es un auténtico laboratorio de ideas – explicaba Nuño – que mira siempre hacia el futuro con esperanza y que apuesta por la creación de nuevos proyectos”.  

 

 

Nuevas tecnologías aplicadas al patrimonio

La apuesta constante de la Fundación por la innovación facilitó el diseño de un sistema de monitorización del patrimonio (MHS), que permite la gestión inteligente y la conservación preventiva de edificios históricos.

De las múltiples aplicaciones y posibilidades de MHS, ha hablado Begoña García, directora del proyecto, en un curso sobre Destinos Turísticos Inteligentes, organizado por la Universidad de Cantabria e impartido en Comillas.

“Llevamos mucho tiempo trabajando en la conservación preventiva del patrimonio – comentaba García – De hecho, se puede decir que ya contamos con edificios patrimoniales inteligentes, capaces de autogestionarse, de decirnos en cada momento qué les ocurre, cuál es su estado y permitir de este modo que podamos reaccionar ante una alerta o emergencia”.

Apuntaba la responsable del área de Patrimonio de la Fundación que, en los últimos años se ha ido un paso más allá facilitando la monitorización y gestión inteligente de todo un conjunto monumental y citaba el caso concreto de la ciudad de Ávila y el proyecto SHCity, en el que participan varias entidades de España, Francia y Portugal. El reto ahora, concretaba, es llegar a conseguir territorios inteligentes, que también tengan en cuenta el patrimonio. Algo en lo que, decía, “ya se está trabajando”.