Lo esotérico y lo cotidiano de la vida monástica son aspectos poco conocidos debido, quizás, al hermetismo eclesiástico de la vida monacal. Surgen así preguntas como: ¿qué tipos de trabajos se realizaban en el claustro?, ¿cómo se mantenía el conjunto en unas condiciones tan salubres? Cuestiones a las que daremos respuesta en una nueva convocatoria del curso de Las Claves del Románico.

 

“Con estas jornadas buscamos enseñar las funciones que cumplían las diferentes estancias que formaban el monasterio románico, desde las propiamente litúrgicas hasta las más básicas para la supervivencia”, explica Pedro Luis Huerta, coordinador del curso. “Vamos a analizar desde el valor de las bibliotecas, pasando por la topografía del monasterio o cómo la comunidad sabía manejar de manera perfecta sus recursos hidráulicos”, concreta.

Al igual que otras ediciones, la actividad formativa se divide en dos convocatorias anuales con idénticos contenidos: del 12 al 14 de abril y del 26 al 28 de julio.

 

La arquitectura hidráulica y la topología del claustro  

 

Durante la primera jornada de hoy, se ha abordado el tema del agua como fuente de la vida y uno de los elementos más importante en el claustro. Empleado con fines litúrgicos, alimenticios, higiénicos e incluso económicos, fluía por la mayor parte de los habitáculos del edificio. Así, Ester Penas González, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid, ha centrado su ponencia en la inteligente arquitectura hidráulica de la época, basándose en puntos como las piezas que lo forman, el personal encargado de su uso o sus funciones.

Por otro lado, José Luis Senra Gabriel y Galán, Catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de Madrid, ha expuesto la influencia que tenía la topografía del monasterio en la vida monacal. Así, los 40 participantes en esta edición de Las Claves, han podido descubrir cómo esta topografía, por ejemplo, servía para aumentar la intimidad o individualidad del monje, mediante la construcción de estancias sumamente jerarquizadas. Circunstancia que afectaba al modo de vida de los novicios que aprendían no solo de sus textos o sus dogmas, sino también al moverse por el monasterio o al observar distintos elementos del paisaje como estatuas o cuadros.

 

La importancia de la epigrafía y la documentación

 

Durante la jornada de mañana sábado, Vincent Debiais, de la École de Hautes Études en Sciences Sociales de París, analizará, desde la epigrafía, los ritos de enterramiento en un monasterio románico, focalizándose en la conmemoración de los difuntos y exponiendo la importancia de las iglesias, los claustros y las salas capitulares.

Posteriormente, Marta Herrero de la Fuente, de la Universidad de Valladolid, trasladará a los asistentes con sus palabras al scriptorium y la biblioteca, para mostrarles la elaboración de códices y documentos en los monasterios románicos. Además, explicará la importancia de estas salas y de la labor de los monjes copistas, gracias a quienes muchos textos medievales han llegado a nuestros días.

 

 

La vida monacal más allá de los libros y la liturgia

Aunque los rituales eclesiásticos constituían el punto central de la vida de un monje, existían otras funciones, tareas y necesidades que debían ser atendidas y cubiertas. La última sesión del curso se centrará en estos aspectos. Pablo Abella Villar, del equipo de historiadores la Fundación Santa María la Real, hablará de las áreas menos estudiadas de los templos cistercienses. Espacios, como los dedicados a la alimentación, el descanso, el hospedaje o la enfermería.

Cerrará el curso, Fernando Salmón, Catedrático de Historia de la Medicina de la Universidad de Cantabria, quien hablará específicamente de los cuidados del cuerpo y el mantenimiento de la salud. Dividiendo su intervención en tres aspectos claves: la creación de textos y recomendaciones para el cuidado y la salud, el monasterio como lugar de asistencia sanitaria y el tratamiento de los problemas de salud.

Cabe destacar que las ponencias se han visto completadas por sendos recorridos guiados por los monasterios palentinos de San Salvador de Nogal de las Huertas, San Zoilo de Carrión de los Condes y  Santa Cruz de la Zarza en Ribas de Campos.

 

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