“En el mundo interconectado de hoy, el poder de la cultura para transformar las sociedades es claro. Sus diversas manifestaciones, desde los monumentos históricos o los museos hasta las tradiciones o el arte contemporáneo, enriquecen nuestra vida cotidiana de innumerables maneras”. Este alegato de la UNESCO, compartido por nosotros, aboga porque el patrimonio constituye, “una fuente de identidad y cohesión para las sociedades, especialmente en momentos de cambio o inestabilidad económica”. Algo que conocemos bien y experimentamos quienes trabajamos a diario en el sector, quienes nos enfrentamos a múltiples obstáculos y retos para lograr que esa premisa se convierta en una realidad compartida por todos.

 

Añaden desde la organización mundial, que “la creatividad contribuye a construir sociedades abiertas, inclusivas y pluralistas”y así, de la unión de ambos, del nexo entre  patrimonio y creatividad, surgen “sociedades de conocimiento vibrantes, innovadoras y prósperas”. Ése es, quizá, hoy por hoy,nuestro principal reto: conseguir que el patrimonio no se quede atrás, no pierda el tren de la modernización, que entre de lleno y sin retorno en la era de las ciudades inteligentes, de la tecnología, del futuro.

 

Lograrlo no es tarea sencilla. En su último mapa del Patrimonio Mundial la UNESCO recoge ni más ni menos que 1.052 sitios, de los cuales 44 están en España. Pero es que, según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, son tan sólo una pequeña, una ínfima parte de los 61.342 bienes patrimoniales (16.146 inmuebles y 45.206 muebles) catalogados en nuestro país, sin contar los edificios destinados a archivos, bibliotecas o museos de titularidad estatal, ni las piezas que albergan; tampoco se incluyen cuevas, abrigos o lugares con manifestaciones de arte rupestre, ni castillos, emblemas o cruces de término, ni los hórreos o cabazos gallegos y asturianos.

 

¿Por qué estás cifras? Para que tengamos una pequeña aproximación a la magnitud del reto que supone a nivel mundial gestionar el patrimonio, conseguir políticas de acción común. Para alcanzar la meta, habremos de abordarla por etapas, sin prisa, pero sin pausa, actuando en local, pero pensando en global. Habrá quien apunte que cada bien patrimonial es distinto, que cada uno tiene sus propias características y, por lo tanto, sus propios problemas y dificultades. Cierto, pero también es verdad que hay algunos retos comunes, muchos, en este artículo nos hemos centrado en cinco que nos parecen prioritarios.

 

Jornadas Rom Verano 2016

 

Concienciación y educación

 

El primer paso, sin duda, es concienciar a la sociedad de la importancia de preservar nuestro patrimonio, entendido no como monumentos o bienes aislados, sino como parte de un territorio, de un paisaje, vinculado, además, a una población, a las personas que lo habitan. Los templos, los castillos, los puentes, las colecciones de arte… son parte y guardianes de nuestra historia, de nuestra memoria y un pueblo sin memoria es como un enfermo de alzheimer, está condenado al olvido. Debemos lograr que la sociedad en general sea consciente de ello, empezando, quizá, por los más jóvenes, por educar desde la base. Lo que aprendemos de niños, queda grabado en nuestra memoria, más aún si quien nos lo enseña no lo hace no con palabras, sino con el ejemplo.

 

Gestión inteligente

 

Si de dar ejemplo se trata, otro reto que debemos alcanzar es el de la gestión inteligente y eficiente del patrimonio, de los recursos sociales, culturales y naturales de cada territorio. Para lograrlo debemos partir del conocimiento, de saber en cada momento, dónde estamos.   No basta con conocer la época en la que fue realizada la iglesia de nuestro pueblo, no es suficiente con cuidar o limpiar el margen del río, no podemos quedarnos solo en seguir la tradición, si nos limitamos a estar,  a mantener por mantener sin un plan de futuro, sin saber realmente si nuestra acción es positiva o ha tenido el efecto que esperábamos, estaremos malgastando tiempo y recursos, nos quedaremos a medio camino y nunca lograremos que el patrimonio en su conjunto, sumando personas y paisaje, sea, por sí mismo, un valor generador de desarrollo.

 

Brecha digital

 

Actualmente disponemos de las herramientas necesarias para monitorizar las acciones que realizamos, hay soluciones tecnológicas que nos permiten tomar el pulso al patrimonio, saber cómo está en cada momento y valorar qué acciones se pueden llevar a cabo y qué costes implican. Disponemos de las herramientas, pero hay que apostar por implantarlas y por generar soluciones globales, que puedan extrapolarse a otros territorios, a otras regiones, para unificar y facilitar la accesibilidad y las políticas comunes, para que el patrimonio sea realmente algo que nos atañe a todos, un valor no sólo de memoria, de historia, sino también de presente y de futuro.

 

Laboratorio MHSLab en ermita romanica de Canduela

 

Conciliación de esfuerzos

 

¿Por qué es una cuestión de todos? Porque atendiendo al número de bienes patrimoniales es imposible e insostenible que las administraciones puedan gestionarlo todo. Los datos más próximos son, además, desalentadores. El estudio realizado por la Asociación Protecturi, titulado“El impacto de la crisis en el patrimonio histórico”,  calcula que en la última década (2008-2017) la inversión del Estado español en conservación y restauración del patrimonio se ha reducido en más de un 70%. No debemos esperar a que otros nos saquen las castañas del fuego, debemos actuar, predicar con el ejemplo y conseguir que las empresas y la sociedad civil colaboren, que se establezca un partenariado público-privado. Es necesario también facilitar la situación, apostando por unaley de mecenazgo queprime y premie a quién invierte en patrimonio, a quien apuesta por convertir nuestro pasado, en parte y en garante de nuestro futuro. No es una utopía, fijémonos en países como Italia, donde la deducción para empresas que invierten en patrimonio es del 100%, en Francia del 65% o en Reino Unido del 70%. Nuestro país debe situarse lo antes posible al nivel de nuestros vecinos europeos.

 

Sostenibilidad

 

No es tan difícil si, además, somos conscientes de que cada euro que invertimos en Patrimonio Cultural genera un retorno de entre 20 y 26 euros, según los datos de la Plataforma EVoCH ¿Poco? Imaginemos, por un momento, que cada mes invertimos 100 euros en nuestro negocio, ¿al final de año nos parecería mal o escaso un beneficio de 24.000 euros? Pensemos, por tanto,  en lo que perdemos al no realizar esa inversión. Sabemos que no es tan sencillo, pero nos sirve para que comprendas tú, que has llegado hasta aquí, que has mostrado interés, que el patrimonio bien gestionado puede ser rentable y sostenible. Pongámonos todos manos a la obra para lograrlo, para reconstruir nuestro futuro, sin olvidar nuestro pasado y con una hoja de ruta bien definida para el presente.

 

Un artículo de Juan Carlos Prieto Vielba, director general de la Fundación Santa María la Real