Más de mil mujeres han sido víctimas de violencia de género desde 2003. Ninguna de ellas había presentado denuncias previas
Desde nuestra fundación mostramos día a día nuestro compromiso con la igualdad, el respeto y la no violencia
Es necesario romper barreras: la alta tasa de desempleo entre mujeres, el desconocimiento del idioma o la normalización del problema
Hoy, 25 de noviembre, en el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres, alzamos nuestra voz ante esta lacra social que acaba afectándonos a todos. Nos sumamos al lema presentado por el Ministerio de Igualdad, «Nos queremos vivas», que representa la lucha contra cualquier tipo de violencia que se muestra en una sociedad cada vez más diversa e inclusiva, y que aún deja la puerta abierta a la desigualdad y el maltrato.
Uno de los primeros pasos para frenar la violencia hacia las mujeres se encuentra en la Educación, desde una edad temprana, y la Concienciación sobre un problema que desde 2003 ha provocado más de 1.070 víctimas en España, como apuntan las últimas cifras.
El contexto actual, con limitaciones aún por la pandemia, agrava la situación de las víctimas y dificulta el hecho de poder denunciar. Según datos de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, en los primeros meses de confinamiento se recibieron un 47,3% más de llamadas al 016 y un 650% más de consultas online con respecto al mes anterior.
Romper barreras
Desde nuestro Área de Empleo y Emprendimiento desarrollamos PEMCYL, una iniciativa gratuita centrada en mejorar la empleabilidad y favorecer la inserción sociolaboral de mujeres en situación de especial vulnerabilidad y víctimas de violencia de género.
“Es importante una educación temprana en la que se cree conciencia del problema y se ayude a identificar los signos de la violencia de género. Una educación en valores, respeto, igualdad y libertad es fundamental para su derrota”, como explican algunas de las participantes, que reclaman más protección, tanto para ellas como para los menores que también la sufren.
La respuesta de la sociedad debe ser contundente y para ello es necesario romper las barreras que impiden avanzar y acabar con la violencia de género. Entre esas barreras se encuentra el desempleo, que afecta de forma más acusada a las mujeres que a los hombres, y la mayor carencia de recursos económicos aumenta su vulnerabilidad.
El desempleo femenino sigue una clara tendencia al alza y se ha ido agudizando durante la Covid-19, por lo que cada vez se hacen más necesarios programas de orientación laboral que impulsen su empleabilidad. La invisibilidad de las víctimas se ha incrementado como nunca este 2020 debido al aislamiento por la pandemia, como bien refleja el reciente informe de Fundación Adecco ‘Un empleo contra la violencia’. En él se muestra también cómo el empleo supone un pilar básico y el recurso por excelencia para dignificar su vida.
A través de PEMCYL logran recobrar la confianza en sí mismas y recuperan su autoestima para tomar el control de su vida. En definitiva, logran una autonomía económica y personal que les permite comenzar una nueva vida.
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