9 de mayo de 1950, Europa apenas se despereza tras un mal sueño, una pesadilla que le había llevado a vivir una de las etapas más cruentas de su historia. Con las heridas aún abiertas, un pragmático Robert Schuman, ministro francés de Asuntos Exteriores, aboga desde París, por la creación de un organismo supranacional, una nueva forma de cooperación que frene e impida cualquier nuevo conflicto bélico.

Un año después de su declaración, Francia, Alemania Occidental, Italia, los Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo hacen realidad el reto, al poner en marcha la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), origen de lo que hoy conocemos como Unión Europea. Poco a poco, se van sumando más nombre, más personas al sueño de Schuman, los estados que se integran en la Unión van creciendo hasta llegar a los 28 que la conforman hoy.

Países “unidos en la diversidad” que mantienen su autonomía, pero que trabajan de forma coordinada para derribar fronteras, para garantizar la igualdad, la tolerancia, la inclusión, la solidaridad, la democracia, los derechos humanos y, sobre todo, la paz y la libertad.

 

Europa es hija directa de la Edad Media

Países que comparten una visión común y que forjaron su identidad como pueblo mucho antes de que Schuman pronunciase su famosa declaración. Europa, al fin y al cabo, como bien apuntaba nuestro compañero Jaime Nuño, historiador y director del Centro de Estudios del Románico, es “hija directa de la Edad Media”. Fue en ese momento, cuando “se conforman las lenguas que hablamos, cuando surgen la mayor parte de las poblaciones, cuando se estructura el paisaje y la red viaria, cuando se crean las formas de educación y se perfilan las costumbres que hemos heredado, e incluso cuando hasta nuestros mismos nombres y apellidos adquieren su uso. Es el tiempo en que verdaderamente surgen los distintos pueblos de Europa, pero donde a la vez este concepto de ámbito cultural común se consolida”.

Una época que refleja magistralmente Raúl Glaber, un monje que desde el gran monasterio de Cluny escribe su Crónica en los albores del siglo XI: “era como si la propia tierra, sacudiéndose y liberándose de la vejez, se revistiera toda entera de un blanco manto de iglesias”. Un patrimonio que ha sobrevivido a lo largo de los siglos y, que hoy, más que nunca, cobra actualidad, en el Año Europeo del Patrimonio Cultural.

 

Construyendo Europa, construyendo futuro

Viejas piedras que son memoria, herencia y origen. No solo de Europa, sino también de esta entidad, de la Fundación Santa María la Real Real. Antes de que España entrase en la Unión Europea, nosotros ya compartíamos los principios por los que abogaba Schuman.

PERSONAS, PAISAJE Y PATRIMONIO son, desde hace cuatro décadas, los ejes sobre los que se articulan todos nuestros proyectos. Llevamos 40 años apostando por el empleo y el emprendimiento, por la conservación del patrimonio, por el turismo y la cultura, por la atención social.

Europa nos ha ayudado a internacionalizar nuestros proyectos, a llegar más lejos, a superar barreras y fronteras, a compartir experiencias y oportunidades. , nos ayudas cada día a seguir construyendo Europa, construyendo FUTURO, ¡GRACIAS!

 

 

Un artículo de Carmen Molinos, directora de comunicación de la Fundación Santa María la Real