Patrimonio inteligente, territorio inteligente

Muralla Ávila, interior, Marce Alonso
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¿Os imagináis un futuro sin Patrimonio? En su último mapa del Patrimonio Mundial, la UNESCO recoge ni más ni menos que 1.052 sitios, de los cuales 44 están en España. Según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, son tan sólo una pequeña, una ínfima parte de los 61.342 bienes patrimoniales catalogados en nuestro país, sin contar los edificios destinados a archivos, bibliotecas o museos de titularidad estatal, ni las piezas que albergan; tampoco se incluyen cuevas, abrigos o lugares con manifestaciones de arte rupestre, ni castillos, emblemas o cruces de término, ni los hórreos gallegos y asturianos… ¿podríamos vivir sin ellos?

 

Un artículo de Begoña García, directora del área de MHS-Conservación del Patrimonio

 

Nosotros no, forman parte de nuestra historia, de nuestra cultura, de nuestras raíces, son los guardianes de nuestra memoria colectiva. Un pueblo sin memoria es como un enfermo de Alzheimer, está condenado al olvido. Por ello en la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, con el apoyo de otras instituciones, empresas y entidades, queremos lograr que el patrimonio entre de lleno en el siglo XXI, en la era de la inteligencia artificial.

Hasta hace apenas unos años, la innovación no existía como tal en el sector, quedaba reducida a la adaptación de desarrollos, técnicas o herramientas implementadas en otras áreas. Era, ni más ni menos, que una respuesta a la aparición de necesidades diagnósticas o de conocimiento derivadas de los proyectos de intervención monumental.

Sin embargo, hoy por hoy, el sector del Patrimonio Cultural está protagonizando un cambio estratégico apasionante, tras un paulatino y meditado entrenamiento.  El mundo espera con ansiedad una nueva revolución industrial, basada en este caso, en el internet de las cosas (IoT), y, por fin, tras años de ensayos, nuestro sector se sitúa a la cabeza de los nuevos tiempos.

 

Laboratorio MHSLab en ermita romanica de Canduela

 

De la intervención en un bien a la actuación en todo un territorio

La primera gran revolución se produjo en la concepción del Patrimonio con un carácter territorial y como generador de desarrollo, superando el concepto de actuación bien a bien, en función de necesidades de urgencia u oportunidad.

Auspiciadas por la bonanza económica con la que finalizó el siglo XX y comenzó el XXI, se implantó en Castilla y León una innovadora estrategia de actuación, basada en los STPs, “sistemas territoriales de patrimonio”. Un nuevo enfoque que parte de la identificación y el análisis exhaustivo de los bienes culturales, así como del contexto social y territorial en el que se insertan, para posibilitar la planificación de intervenciones coherentes entre sí y con su entorno, que trascienden a la propia acción rehabilitadora para alcanzar otros objetivos como la educación, la difusión y el desarrollo socioeconómico.

Inicialmente, eran proyectos promovidos únicamente por la administración pública, pero, poco a poco, se ha ido consiguiendo el respaldo de entidades privadas y la implicación de la sociedad civil. Y son estos dos factores, colaboración público-privada y concienciación social, los que garantizan el éxito y la pervivencia de este modelo de gestión.

 

De la restauración a la conservación preventiva

En el actual escenario económico, la intervención directa en Patrimonio ha pasado a tener un protagonismo mucho más limitado, reservado a determinadas actuaciones de urgencia, orientadas a lograr un mantenimiento preventivo de los bienes. Surge, así, la necesidad de renovar la estrategia y adelantarse al deterioro. Es preciso disponer de información concreta que permita evaluar, en todo momento, la situación de cada edificio y hacerlo, además, de manera sostenible.

¿Lo mejor? No es necesario generar nuevas herramientas para lograrlo, ya existen y se llaman “internet de las cosas”. Hoy no somos las personas quienes nos conectamos a la red, son los objetos que nos rodean quienes están conectados. Los sensores, omnipresentes, registran parámetros (temperatura, humedad, luminosidad…), que son enviados a la nube, donde se analizan on line en las nuevas plataformas de comunicación, de modo que podemos conocer con precisión el estado de las cosas en cada momento.

Si a las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías, le sumamos el conocimiento adquirido durante años en el sector del Patrimonio, el resultado es que también, somos capaces de diagnosticar con precisión el estado de un edificio histórico, de los bienes que alberga, de las piezas de arte…, incluso podremos conseguir, por qué no, edificios inteligentes, capaces de autogestionarse, de avisarnos en caso de registrar cualquier alteración importante e incluso de corregirla de forma automática.

La suma de tecnología y conocimiento permite, por un lado, que podamos garantizar la seguridad de los edificios. Por otro, la incorporación de la medición y el control, en tiempo real de parámetros energéticos, ambientales, estructurales… para mejorar la gestión del bien basándonos en datos objetivos, que facilitan una conservación preventiva y nos ayudan a actuar antes de que se produzca un daño. A todo ello hay que sumar las múltiples aplicaciones que las nuevas tecnologías tienen en el ámbito del turismo y que pueden orientarse a facilitar la difusión del patrimonio.

Infinidad de datos que unidos, controlados y supervisados en red y en tiempo real  dan como resultado una solución integradora para todas las necesidades del edificio patrimonial, convirtiéndolo en un espacio inteligente y eficiente. ¿Lo mejor? No es el futuro, sino el presente y puede verse y experimentarse en lugares cercanos como la catedral de Palencia, el convento de Santa Clara en Tordesillas, la iglesia de San Martín de Castañeda en Zamora o la iglesia de Santa María de Mave en Palencia.

 

 

Del edificio al territorio inteligente

¿El siguiente paso? Ya está aquí es tangible y pasa por no quedarnos en edificios aislados, sino caminar hacia los territorios inteligentes. De hecho, el pasado mes de junio, la Secretaria de Estado para la Sociedad de la Información aprobó la Estrategia de Territorios Inteligentes y en Castilla y León ya se ha puesto en marcha el Proyecto territorio rural inteligente. Primeros pasos, para un Plan Nacional que sume los esfuerzos de administraciones, empresas, centros tecnológicos y otras entidades que apuestan día a día y cada vez con más firmeza por ir más allá de los edificios o las ciudades, por conseguir territorios inteligentes, en los que el patrimonio sea una pieza más del entramado, en los que los monumentos también estén conectados y sean energética y socialmente sostenibles.

Una apuesta que ya se ha iniciado, que ya está en marcha de forma experimental en una ciudad Patrimonial, Ávila, que muy pronto, gracias al proyecto SHCity contará con el primer conjunto histórico inteligente de Europa.